CASRO DE, CONCEPCIÓN
Felipe V ha pasado a la historia como un rey poco dado a tomar decisiones, pero fue él quién implantó en España la figura de los ministros, llamados a legislar y a gobernar junto al monarca. No suprimió los Consejos tradicionales con los que habían gobernado los Austrias, pero aquéllos perdieron poder y quedaron supeditados a la interferencia ministerial. Una reforma de gran trascendencia que fue adoptada muy pronto, en 1703, acelerada por las difíciles circunstancias de la Guerra de Sucesión y que iba a perdurar hasta el final del Antiguo Régimen y a impulsar otra serie de reformas a lo largo del siglo. La primera sería la creación del ejército permanente, del que España había carecido hasta entonces. El primero de los ministros nombrado por Felipe V, el marqués de Canales, cayó en poco tiempo. La habilidad del segundo de ellos, José Grimaldo, le haría perdurar, en cambio, hasta 1726 y contribuir a consolidar la nueva institución. Personaje complejo, muy unido al primero de nuestros Borbones, Grimaldo representó un papel esencial y desconocido hasta ahora. Este libro descubre los rasgos esenciales de una época decisiva en la historia de España.