LAGERKVIST, PÄR
(...) -Habla. ¿Crees en Él? Barrabás meneó negativamente la cabeza. -¿No? Entonces ¿por qué llevas su nombre en la placa? Barrabás seguía mudo. -¿No es tu Dios? ¿Acaso no significa eso la inscripción? -Yo no tengo Dios -contestó por fin Barrabás, en voz tan baja que apenas se le podía oír. Pero Sahak y el romano lo oyeron, y Sahak le dirigió una mirada tan desesperada, tan llena de dolorosa estupefacción por aquellas palabras increíbles, que Barrabás, a pesar de no haber afrontado semejante mirada, se sintió traspasado hasta lo más hondo del ser. También el romano pareció sorprendido. -No comprendo dijo-. ¿Por qué llevas entonces ese «Christos Jesus» grabado en la placa? -Porque yo quisiera creer -contestó Barrabás, sin alzar la mirada hacia ninguno de los dos. (...)