CALLEJA PÉREZ, SEVERINO
Las palabras son juguetes y cuando alguien las emplea en inventar una historia está jugando con ellas, igual que ocurre cuando alguien lee después la historia inventada. Escritores y lectores jugamos juntos a descubrir lugares más o menos remotos o exóticos, personajes y situaciones a veces insospechados. Y es porque el leer y el escribir, que son dos formas de jugar muy parecidas, nos permiten encontrarnos con otros, con-sentir sensaciones, com-partir vivencias o ideas, con-jugar palabras. Por eso con es la preposición -o el prefijo- del leer y el escribir, esos dos verbos que ayudan a sentirse competentes y a encontrarse a los que escriben y leen en un lugar de encuentro que es cada historia.
Para jugar a la literatura, hay que empezar por entender que las palabras no tienen más dueños que quienes las usan. Hay que seguir por aprender a usarlas con ayuda de los maestros del lenguaje, que son nuestros escritores predilectos. Quedan para luego los reconocimientos, los aplausos... y todas esas cosas que algunos dicen que no son importantes... Personalmente he comprobado que sí, que también son muy importantes para quienes escriben y, más aún, para quienes de entre ellos logran el aplauso de verse en un libro. Porque es entonces cuando el juego de escribir y de leer, competencia primordial del lenguaje, se vuelve literatura de la de verdad.
Seve Calleja nació en Zamora en 1953 y siendo niño se trasladó a vivir con su familia al País Vasco, donde reside y trabaja como profesor de Lengua y Literatura en un instituto de Bilbao. Sus inicios literarios fueron en la poesía y el cuento para adultos, con los que comenzó a formar parte del colectivo poético Zurgai y obtuvo el Ignacio Aldecoa en el 81, así como el accésit del Pío Baroja de novela o el Gabriel Aresti de cuentos. Es a los libros para jóvenes a los que más tiempo y esfuerzos dedica como lector y crítico, o como investigador y profesor, con estudios y artículos e impartiendo cursillos y ponencias, además de como autor. También con ellos ha cosechado algunos premios: el Lizardi de literatura infantil en euskera en 1985 y el Leer es vivir en 1997. Además de su labor docente, imparte cursos y colabora en publicaciones y medios de comunicación en torno a la literatura infantil y juvenil.