En algún remoto rincón del Este europeo, una mera superstición local germinó, creció y se elevó a la categoría de leyenda. La cultura germánica incorporó el vampiro a la literatura, pero fue en las islas británicas donde el mito se revistió de los ropajes que nos hacen reconocible su figura.
De Polidori a Bram Stocker, el creador de Drácula, este volumen recoge las muestras más representativas de los autores que, a lo largo del siglo XIX, fijaron en páginas perturbadoras el personaje del vampiro, reiteradamente tratado luego por la narrativa y el cine, quizá porque, aún en muestra tecnificada sociedad, subconsciente colectivo, ese ser espectacular continúa existiendo.