SANTAYANA, GEORGE.-
A lo largo de su dilatada trayectoria filosófica, George Santayana cultivó un tipo de textos muy específicos en los que combinaba la exposición autobiográfica con la reconsideración crítica de algunos de los principios fundamentales de su filosofía. En dichos escritos, el autor, interpelado muchas veces por las objeciones teóricas que le oponían algunos de sus críticos, se vio obligado a desarrollar precisiones y aclaraciones que resultan sumamente valiosas para profundizar en los aspectos más relevantes de su sistema de pensamiento. Asuntos como sus convicciones materialistas, la naturaleza de las esencias, la conjugación de su escepticismo epistemológico con una premisa de fe animal, su concepción simbólica del conocimiento, el papel trascendental que le asigna al espíritu o las apreciaciones sobre su propia poesía ofrecen una composición tan viva como completa, no sólo de sus preocupaciones filosóficas, sino, asimismo, del recorrido existencial en el que tuvieron su origen. Cada uno de estos textos podría considerarse, por tanto, como una especie de foto fija que nos permite conocer la perspectiva del pensador acerca de su propia filosofía, todo ello desarrollado con ese virtuosismo estilístico que le ha otorgado a Santayana la justa consideración de ser uno de los prosistas más exquisitos del siglo XX. GEORGE SANTAYANA (Madrid, 1863-Roma, 1952) es uno de los pensadores más interesantes y profundos del siglo XX, aunque su irreductibilidad a las clasificaciones lo haya desplazado a menudo hacia los márgenes exteriores de un mundo académico en el que, por otra parte, nunca se sintió demasiado cómodo. Nacido en España, de cuya nacionalidad no se desprendió nunca, pero formado filosóficamente en el Harvard de Royce y James, en donde impartió clases hasta que se decidió a emprender una vida de filósofo errante, cultivó una forma de pensamiento que, más allá de los elementos técnicos que la componen, plantea, al modo de los filósofos clásicos, una propuesta moral repleta de virtualidades soteriológicas. Su sistema parte de una concepción radicalmente materialista que entronca con Demócrito, Lucrecio y Spinoza, pero que no renuncia a integrar los altos vuelos del espíritu que proponen las grandes religiones y los sistemas del idealismo filosófico. MANUEL RUIZ ZAMORA es filósofo e historiador del arte. Co-dirige la revista digital Fedro de estética y teoría de las artes y prepara un libro de ensayos sobre George Santayana. Editamos en un mismo volumen Utopía de Tomás Moro y La nueva Atlántida de Francis Bacon con la intención de presentar unidos dos eslabones fundamentales de este saber utópico, eslabones que han ido configurando en Occidente un modo peculiar de ver el mundo, basado en una crítica que no quiere quedarse en los aspectos negativos y entiende, desde la racionalidad y el análisis, que otros mundos mejores son posibles. TOMÁS MORO (Londres, 1478-1535) fue pensador, teólogo, político, humanista y escritor, entre otras muchas cosas, pues fue también poeta, traductor, canciller de Enrique VIII, profesor de leyes, juez de negocios civiles y abogado. Su obra más famosa es esta Utopía (1516) donde busca relatar la organización de una sociedad ideal. Entre sus obras más conocidas destaca la Historia del Rey Ricardo III (1513), que está considerada como el relato más fiel de los hechos de ese reinado y fue la principal fuente de inspiración de Shakespeare para la creación de su Ricardo III. FRANCIS BACON (Londres, 1561-1626) fue filósofo y político. Su pensamiento está recogido en una vasta obra, que el autor denominó Instauratio magna, y que debía componerse de seis partes de las que solamente llevó a término tres. Además de la Instauratio, Bacon escribió Ensayos de moral y de política (publicados primero en inglés en 1597 y luego en latín, con el título de Sermones Fideles, en 1638), De sapientia veterum (1609) y esta Atlantis nova (La nueva Atlántida), que es una versión ingeniosísima de la utopía filosófica.