LIEDLOFF, JEAN
El alimento para sustentar el cuerpo y las caricias para alimentar el alma ni se ofrecen ni se niegan, sino que siempre están disponibles. Ofrecer a un niño más o menos ayuda de la que pide es perjudicial para su desarrollo.
A la luz del principio del concepto del continuum, para un adecuado desarrollo físico, mental y emocional, los seres humanos necesitamos de aquellas experiencias para las que nuestra especie se ha adaptado durante el largo proceso de evolución. Para un bebé, este tipo de experiencias incluyen:
Contacto físico permanente con la madre, un familiar o cuidador o cuidadora desde el nacimiento.
Dormir en la cama de sus padres hasta que el bebé deje de necesitarlo por sí mismo, lo que ocurre alrededor
de los dos años.
Lactancia materna a demanda en respuesta a las señales corporales del bebé.
Estar permanentemente en brazos o en contacto físico con alguna persona hasta que comience la fase de
arrastre y gateo, en torno a los seis u ocho meses.
Contar con cuidadores dispuestos a atender de inmediato las necesidades del bebé sin emitir juicios, mostrar
descontento ni invalidar sus necesidades.
Satisfacer sus expectativas de que es un ser innatamente social y cooperativo, un ser bienvenido y digno.
Una vez reconozcamos plenamente las consecuencias del trato que damos a los bebés, a los niños, unos a otros y a nosotros mismos, y aprendamos a respetar el verdadero carácter de nuestra especie, podremos descubrir con mucha más profundidad nuestro potencial para el bienestar.