DÍAZ CONDE, EDMUNDO
Hubo un tiempo en que corsarios británicos, bucaneros franceses y
filibusteros holandeses eran los amos del Caribe. Pero poco se ha
contado de piratas españoles como Íñigo Santa Cruz, forzado a
convertirse en caballero de fortuna por una patria que desampara a sus
propios hijos y los obliga a vagar por el mundo.
En aquella misma época también había tesoros fantásticos como el de la
Dama del mar, por el que Henry Morgan organizará la mayor flota de
filibusteros jamás conocida, ciudades como Panamá, que se dicen
inexpugnables y encienden la codicia de los hombres, y mujeres como
Elena, capaces de provocar la pasión y la ternura del corsario más
insensible.
El príncipe de los piratas es la historia de Íñigo Santa Cruz
-llamado Lefthand por los ingleses-, tan falsa como todas las leyendas
y tan cierta como cualquier historia de piratas.