DÍEZ-ALEGRÍA JOSÉ MARÍA
Nuestro mundo y nuestra Iglesia están necesitados de testigos, de personas que experimenten y muestren el rostro amable de un Dios que se muestra amoroso con todas sus criaturas. En este trance siempre encontramos por la vida personas no conocidas, personas anónimas que destilan una vida realizada en clave evangélica. Y hay otras, más conocidas, que igualmente sirven de faro para las generaciones que vienen detrás. Este es el caso de José María Díez-Alegría.