GARCIA CUETOS,MARIA PILAR
El patrimonio cultural arquitectónico es una de las formas en las que se materializa la memoria y, por ello, la preservación de su autenticidad se ha convertido en la piedra angular de todas las intervenciones de conservación y restauración monumental. Salvaguardar la autenticidad de la herencia arquitectónica supone legar a las generaciones futuras una parte fundamental de nuestra memoria. Hay un acuerdo universal respecto a esta idea, pero no en cuanto al concepto de autenticidad, que no es universal ni unívoco. El debate en torno a la autenticidad es, por tanto, fundamental para poner en marcha las políticas, los métodos y la praxis de la conservación del patrimonio cultural y, al mismo tiempo, esta reflexión supone introducir en el ámbito de la conservación y la restauración monumental los valores de tolerancia, respeto y diálogo entre las culturas y el concepto del desarrollo sostenible, aspectos que usualmente no se tienen en consideración en los textos científicos de esta disciplina.
Basándose en la experiencia de los expertos y técnicos de muchos países de América, África o Asia y el propio trabajo de campo de la autora en diversos países, este ensayo sobre la verdad o la mentira de lo que vemos, de aquello que identificamos con nuestro pasado y con nuestra memoria, se propone una lectura distinta de lo que supone salvaguardar lo auténtico de nuestro patrimonio cultural y una reflexión sobre el sentido que tiene dedicar esfuerzos a preservar ese patrimonio, sobre el respeto a la diversidad cultural como condición necesaria de esa conservación y sobre la relación causa-efecto entre la conservación del patrimonio y el desarrollo económico y social.
Occidente busca de forma desesperada recuperar la autenticidad y esta se ha convertido en un valor en alza, desde lo más sencillo, como qué comemos, hasta lo más complejo que podemos valorar en las personas. Pero lo auténtico es interpretado de manera anómala, superficial o sencillamente frívola. El mundo se ha convertido en un gran escenario donde la miseria y la marginación se entienden como sinónimo de autenticidad. La exposición sistemática a realidades elaboradas como productos de consumo ha llevado a identificar la experiencia de lo auténtico con la del parque temático. Es necesario que, al mismo tiempo que asumimos otras interpretaciones culturales del valor de la autenticidad, redescubramos la nuestra, aceptando la humilde condición de nuestro legado cultural, fruto también de una recreación continua y tan vulnerable y tan frágil como todas las creaciones humanas.