IKENAMI SHOTARO
Japón, siglo XVII. La batalla de Sekigahara pone fin al período de guerras. Comienza así el shogunato Tokugawa y con él una larga y próspera paz y el aislamiento de Japón del exterior. Sin embargo, la paz no es buena para todo el mundo. Muchos samuráis se quedan sin señor, y, sin guerras en las que luchar, se organizan en bandas que atemorizan a comerciantes y campesinos, robándolos, extorsionándolos, incluso decapitando a los que oponen resistencia. Son los hatamoto-yakko o kabukimono, nombre que reciben por sus extravagantes y coloridas vestimentas.
La población, cansada de soportar las injusticias de estos hatamoto-yakko, se organiza para combatirlos. Surgen así los machi-yakko, artesanos y comerciantes sin habilidad ni experiencia en el combate, que se defenderán armados únicamente con sus utensilios de trabajo, palos y espadas wakizashi, las únicas que les está permitido portar al no pertenecer a la clase samurái.
En ese contexto histórico aparece la figura de Banzuiin Chobe (1622-1657). Para muchos, una especie de Robin Hood que se convirtió en el cabecilla de una banda de machi-yakko que luchó contra las injusticias y protegió a la población de los abusos de los samuráis. Para otros, simplemente uno de los primeros yakuza.
Esta es su historia
El personaje de Banzuiin Chobe es uno de los más populares del teatro kabuki. Su vida y hazañas han sido adaptadas en numerosas ocasiones a la pequeña y gran pantalla en películas de género jidaigeki. Conocido también como chanbara, o ficción de capa y espada, se trata de dramas ambientados generalmente en la era Edo y protagonizados por samuráis. Su popularidad es tal, que han inspirado a directores de la talla de George Lucas, Akira Kurosawa o Quentin Tarantino, entre otros