SZENTKUTHY, MIKLÓS
Partir de una visión intelectual en la juventud para llegar a una percepción sentimental en la edad madura es el itinerario que realizaron tanto Agustín como todos los grandes hombres de la historia. No a la inversa. No se pasa de un lirismo adolescente a la filosofía de la senectud; esta es la única vía humana, inteligente.
Es inútil buscar en Leyendo a Agustín una exposición del sistema filosófico del padre de la Iglesia, a quien apenas se dedica una décima parte del libro. Si nos habla de sus lecturas, de sus amores, de los acontecimientos políticos es para resituar las cosas en un ámbito más amplio. Mária Tompa escribe en el prólogo: "Se trata de una serie de reflexiones de inspiración existencialista sobre la filosofía de la historia y de la religión (¡Escritas pocos años después de los inicios del existencialismo y aproximadamente un lustro antes de que se extendiera por Europa!)".
Escoger la época de Agustín como punto de referencia le permite comprender mejor nuestro tiempo; de este modo, de esa confrontación de dos confesiones, el lector obtiene una visión más precisa de la historia de la humanidad -desde el cristianismo hasta el comunismo- y de la historia de los individuos.
Se entra en la obra de Szentkuthy como en todas las grandes obras: por el principio, por la mitad o por el final. Él siempre estará ahí para recibirnos.
Por el aspecto experimental y la erudición de su obra, a veces se le ha comparado con Jorge Luis Borges.