PEMÁN DOMECQ, JOSÉ MARÍA
Guiado por la excepcional pluma de Pemán, el lector se acercará a María desde una perspectiva nueva, íntima, recorriendo con Ella los acontecimientos que marcaron su vida.
María fue la grande, la suprema contemplativa. Cuando el Evangelio -apenas un par de veces- se vence e inclina hacia la intimidad de María, la pluma de Lucas anota sobriamente: "María, empero, conservaba todas estas cosas dentro de sí, ponderándolas en su corazón". Así (2, 19), después del nacimiento maravilloso: "Y su madre conservaba estas cosas en su corazón". Así (2, 51), al hallarlo en el Templo. Y así, seguramente, aunque no se nos diga, en todos los demás pasos de la vida de Jesús a los que Ella asistió o a los que conoció por la referencia de los discípulos que no tendrían a la Madre ausente de los sucesos del Hijo.
Este libro no tiene otro propósito que ese: vislumbrar, aunque sea temerariamente, esas cosas que María guardaba en su "corazón". El corazón es la víscera carnal donde más se siente la vida espiritual. El lenguaje vulgar lo utiliza para todas las situaciones radicales: "poner corazón" en un empeño; decir "con el corazón en la mano"; adivinar en una "corazonada", "querer con todo el corazón". María guardaba, pues, "esas cosas" en todo su ser: en su memoria, en su emoción, en su inteligencia, en su intuición. Lo que en este libro queremos medio adivinar es maravilloso, y se nos escapará en enormes dosis de la pluma. El espejo en que vamos a tratar de verlo era, sin embargo, sencillo y limpio como ningún otro.