GONZÁLEZ MESA, JOSÉ BRUNO
Mentían
y sabían que mentían, y al mentir soñaban sero otros,
y sintiéndose otros se cumplían. Ninguno supo nunca para
qué nació, por qué fueron los libros su destino.
Habitaron modestas bibliotecas, apartamentos destartalados, burgeses estanterías,
tal vez hoteles de carretera, tal vez una noche última. Un hombre,
hoy olvidado, practicó con ellos el vanidoso arte de la filología,
otros prefirieron ensayar el elogio o el desprecio. Huérfanos y
solitarios, un día decidieron librarse del libro que los ataba,
y así se perdieron en las calles, llevados y traídos por
el viento como hojas febriles, o quizá olvidados en las mesas de
lectura de las bibliotecas, aún deseosos de unos ojos que los devolvieran
a la literatura.
Algunos ortodoxos buscaron
regresarles al libro, pero el intento fue inútil. (Éste
que tienes en las manos es el último ejemplar intacto que perdonaron
los siglos. Discúlpame si descreo del supuesto autor de esta edición:
intuyo que el tiempo ha pervertido la genealogía de estas páginas.)
Prometer
el asombro de que no existamos, jugar a ser cualquiera para poder ser
nadie, enumerar paradojas que habitan este sueño (que otros llamaron
mundo), permitirse una esperanza o una desolación: esa fue la razón
de estos poemas cuyo padre ignoramos. Hijas ya del lector o nadie.
Lester H.
Thomas
Bruno
Mesa, con su anterior libro El laboratorio, ganó el XII
Premio Internacionañ de Poesía Fundación Loewe a
la joven creación