JARAMILLO AGUDELO, DARIO
Una edición fundamental que celebra la obra de uno de los mejores poetas colombianos, Premio Internacional de Poesía Federico García Lorca 2018. Un acercamiento insoslayable a la poesía de Darío Jaramillo, que destaca por la renovación formal de las temáticas del amor, del sentimiento y la intimidad, y en la que el silencio, la música y el tiempo son los temas centrales. Merecedor del Premio de Poesía Federico García Lorca por el conjunto de su producción, el Jurado resaltó la importancia del sentido del humor en su obra y su aproximación a la canción popular latinoamericana. Este libro comprende una selección de más de ciento cincuenta poemas realizada por el propio autor que incluye lo mejor de su obra, desde Historias (1974), hasta El cuerpo y otra cosa (2017), libro que le hizo merecedor del Premio Nacional de Poesía 2017 que otorga el Ministerio de Cultura de Colombia, así como algunos poemas inéditos. Críticas:
«Como en sus "biografías imaginarias", Darío Jaramillo Agudelo, que no es un poeta afecto a cantarse a sí mismo, escribe su vida desde los demás. Los demás pueden ser un cantante popular, un abuelo muerto, una música de telaraña, un cuarto de hotel, un poeta a bordo de un tren que persigue la lejanía o un gato ajeno, porque nadie puede jactarse de tener un gato. Son motivos y atmósferas que le sirven para hablar con sigilo de sí, con alguna ironía y sin alardes vitales desde la coartada del otro, a través de seres reales e imaginados, de animales y objetos. Todo esto lo hace con distancia y no poca ironía, dos aspectos más para celebrar en su poesía.»
Juan Manuel Roca «La poesía de Darío Jaramillo, ajena a todo amaneramiento, dueña de una sencillez que nunca se rebaja a la simplicidad, está siempre atenta a la musicalidad y a la palabra justa, trabajada con una honestidad poética admirable que elude sabiamente el sentimentalismo.»
Piedad Bonnett «Los poemas de Darío Jaramillo Agudelo se interrogan sin tregua sobre el tiempo, el amor, y las pérdidas. Su trabajo está impregnado por una celebración extática de la vida vivida y de los frutos melancólicos de vivirla en un mundo definido y limitado por la transitoriedad.»
Richard Gwyn