HUGO, VICTOR
En 1834 Victor Hugo (1802-1885) contempló la luna a través del telescopio del célebre astrónomo Dominique François Arago, entonces director del Observatorio de París. Casi treinta años después, y en el exilio en la isla anglonormanda de Guernesey, recordó aquella experiencia que le pareció comparable al viaje de Dante guiado por Virgilio. El resultado del recuerdo fue este breve texto. La contemplación de los cielos, leitmotiv que recorre toda su obra, alcanza en El promontorio del sueño (Promontorium somnii es uno de los nombres de las montañas lunares) unas dimensiones inusitadas, generando en su primera parte unas descripciones de paisajes «tachistas» dentro de la más pura abstracción. En la segunda, Hugo crea un texto que puede considerarse un claro precedente de la escritura surrealista. El tema es la imaginación y el sueño, en su relación con la creación y con la locura. Los mitos de la Antigüedad pagana y de la Edad Media le ofrecen la materia para crear un texto de una rara belleza, en el que se encarnan el delirio y la alucinación junto con una lúcida comprensión de la vivencia onírica.