ALAN FURST
París, 1938. Nicholas Morath, ex oficial de caballería del ejército húngaro, regresa a su apartamento del séptimo distrito y a los brazos de su joven amante argentina después de haber realizado un trabajo en Eslovaquia por encargo de su tío, el conde Janos Polanyi.
En Viena, los nazis han tomado las calles.
El conde Janos Polanyi, diplomático del gobierno húngaro, conspira desde su oficina para evitar que su país selle una alianza con la Alemania de Hitler. Hungría es únicamente un pequeño territorio atrapado entre potencias demasiado poderosas como para permitirse un solo paso en falso. El conde lo sabe, y para jugar las cartas de su política clandestina necesita a los aristócratas exiliados, a los políticos británicos, a los militares alemanes renegados y, también, a Morath.
Porque es Morath quien hace el trabajo que Polanyi organiza desde su puesto de poder, él quien se mueve entre las terrazas de la costa francesa y las fortalezas de Checoslovaquia, entre los jardines privados de Budapest y los restaurantes y cabarets del París bohemio en el que nada hace presagiar una nueva gran guerra.
Después de Viena, las hordas nazis se adentran en Praga y amenazan Varsovia. En los cafés parisinos empiezan a acallarse las risas y los pequeños favores que Morath hace a su tío comienzan a transformarse en misiones secretas en las que nada es lo que parece. El mundo se ha convertido en un lugar en el que la vida, su vida, está perdiendo valor por momentos.