PETER MCPHEE
«Robespierre, el incorruptible, murió a finales de julio de 1794. Junto al abogado de Arrás, encontraron la muerte otros veintiún destacados revolucionarios. Saint-Just --no había cumplido treinta años-- estaba entre ellos. La burguesía liberal, encabezada por sus representantes girondinos, consiguió alterar, una vez más, el curso de historia revolucionaria»«Robespierre sufría fuertes dolores de cabeza, trastornos gástricos y apenas dormía. Por la noche escribía discursos, organizaba la República, recibía informaciones de todos los territorios y se reunía con los colaboradores más cercanos. Semanas antes de morir, su salud se fue deteriorando». María Toledano Robespierre es una de las figuras más controvertidas de la Historia de Europa contemporánea. Emparentado con los años del terror francés, cuando la sangre de la guillotina corría por las calles, su pensamiento, relaciones familiares, amistades y preocupaciones sociales y políticas han quedado siempre en un segundo plano. Esta biografía que presentamos, no sin orgullo, máxime en estos tiempos de tibieza, es la más completa, crítica y detallada, y aborda no solo los aspectos más conocidos del personaje sino toda su vertiente humana ignorada por la historiografía. Personaje de una importancia capital para la construcción de Europa y la posterior actividad de Napoleón, no se entiende a Bonaparte si el influjo de los jacobinos, su obra política ha sido bañada por la insidia y las falsas interpretaciones.El profesor australiano Peter McPhee (Universidad de Melbourne) explica cómo Maximiliano Robespierre (1758-94) pudo encarnar los ideales republicanos de 1789 y el reino del terror (1793-94). Aquí se encara el dilema de si fue héroe o traidor de la revolución, forzado a defenderse o degenerado hasta la tiranía, respectivamente. McPhee se apea con que Robespierre es un joven de cualidades extraordinarias, con rostro humano, atrapado en contexto social de crisis que no daba para otra cosa que tragedia y heroísmo. A diferencia de los biógrafos precedentes, McPhee se afinca en la niñez y la juventud del abogado provinciano que arribó a Versalles hacia 1789. Robespierre es hijo habido fuera del matrimonio y arrastró esa «ilegitimidad» por siempre, la cual parece haber templado su voluntad de poder y explica su obsesión con todos y para el bien de todos los niños. También lo agobiaban crisis nerviosas, y McPhee adentra en esa incapacidad física de Robespierre para guardar distancia frente a la locura (en 1794) y demás cargas del liderazgo revolucionario.