BELTRÁN MARÍ, ANTONIO
El 21 de abril de 1604, Silvestro Pagnoni se presentó ante el Tribunal del Santo Oficio de Padua para denunciar al que durante año y medio había sido su maestro: Galileo Galilei. ´En 18 meses, no ha ido nunca a misa. Y además hace horóscopos´, acusaba. Los interrogatorios y juicios al matemático se sucedieron hasta 1633, cuando fue condenado de por vida por la Inquisición. ´Y sin embargo se mueve´, dicen que dijo el astrónomo al oírlo. Tenía razón. Con un agravante. Según el historiador Antonio Beltrán Marí, los documentos que usaron para condenarle estaban manipulados.
´Es la hipótesis más coherente con los hechos´, afirma el investigador catalán en su libro ´Talento y poder´ (Editorial Laetoli), un detallado y minucioso análisis de las relaciones entre Galileo (´el talento´) y la Iglesia católica (´el poder´) y, más en concreto, ´de las persecuciones sufridas por Galileo a manos de la Iglesia católica, ahora minimizadas o falseadas por una pléyade de historiadores apologistas´.