AMADO BLANCO, LUIS
Con los ojos bien abiertos a la belleza de este mundo vivió aquel a quien debemos Tardío Nápoles. Quizás por ello no pudo sino servir a causas justas: primero, la de la tierra en que nació; y luego, la de su patria en adopción (...) sin escatimarles fatigas ni riesgos. La limpieza de su actuar cotidiano sin duda que le aguzó, en noble compensación, la sabiduría de la mirada. Tardío Nápoles buen título al fin sugiere obra de madurez. No lamentamos como él naturalmente lo hace que Luis Amado Blanco tardase en ver y enamorarse de su espléndida ciudad: de otra forma, no tendríamos un libro tan rico y complejo dentro de su aparente sencillez. Leído con la intensa atención que merece, hallaremos que la ciudad es aquí un microcosmos de relaciones: temporales, hacia adentro de sí misma, hacia el origen de las sustancias latinas; culturales, en cuanto el espejo de Nápoles refleja un modo de ser que abarca la disímil riqueza de tantos pueblos hermanos. No es raro, entonces, (...) que un libro cuyo tema parece a primera vista remoto, contribuya en realidad a un conocimiento más profundo de las propias esencias. Eliseo