BLAKE, WILLIAM
Para el poeta, pintor y grabador romántico inglés William Blake (1757-1827), el ser humano era, sobre todo, una realidad espiritual, "una forma y órgano" por el cual Dios "reside en el pecho" de cada individuo. Frente al materialismo que abstrae y generaliza, que elabora porcentajes y estadísticas, Blake reivindica el detalle, lo concreto, lo singular, la diferencia, el carácter sagrado de toda vida humana; frente al materialismo que sólo cree en aquello que percibe por sus cinco sentidos, Blake reivindica una purificación de las "puertas de la percepción" que nos permita verlo todo tal como es, infinito y eterno. Su poesía denuncia el corazón narcisista del mundo moderno, productor de seres que vagan perpetuamente in satisfechos, cegados por una idea de progreso y bienestar material que pospone infinitamente la plenitud o la consumación vitales.
Hombre apasionado y ferozmente crítico con sus bestias negras(la hipocresía, la represión social y política, el conformismo intelectual, la pedantería, las imposiciones jerárquicas de toda clase), tomó partido y fue impiadoso con quienes podían censurar y reprimir sus ideas, que a menudo expresó con verbo irónico y violencia iconoclasta. Su sensibilidad era polémica y necesitaba del antagonismo para desarrollar sus intuiciones y convicciones más intimas. Pero, por encima de todo, fue fiel a los dictados de la imaginación y a su creencia de que la poesía era la voz inspirada de la imaginación, la parte divina del hombre. Fue así como logró esa peculiar honestidad que T.S. Eliot encontraba aterradora y que hace que aún hoy, por encima de veladas y distantes referencias bíblicas, su voz nos hable con una urgencia y una inmediatez que hacen de él nuestro contemporáneo.