SOLAR, DAVID
Para enfrentarse al demonio Hitler, Estados Unidos y Gran Bretaña se aliaron con el diablo Stalin. Alianza tan antinatural suscitó problemas entre ellos incluso antes de terminar la guerra. Concluido el conflicto, se desveló en toda su crudeza que la vocación internacionalista y expansiva del comunismo y de la URSS chocaban con los principios que las democracias occidentales habían esgrimido para combatir al nazismo.
Mientras el imperialismo de Stalin encerraba con un «telón de acero» gran parte de Centroeuropa, Estados Unidos diseñó una política económica para reconstruir Europa y una militar para frenar el comunismo. La Guerra Fría fue, así, la confrontación universal entre el comunismo y el capitalismo.
Las potencias que encabezaron esos bloques no midieron sus armas en una confrontación directa; dirimieron sus diferencias en centenar y medio de conflictos que alimentaron ideológica, económica y militarmente, hasta que, agotada tras cuatro décadas de forcejeo, la URSS abandonó la partida y se disolvió.